17 Noviembre 2022 Entrevista
Eduardo Cruz (asociación A.R.C.A.D.E., Team Recreativas.org) ha tenido la ocasión de poder entrevistar a Ferran Yago, pionero del recreativo electrónico en España y padre del primer videojuego diseñado por una empresa española.
A continuación publicamos la transcripción de la entrevista, donde Ferran nos cuenta detalles de su trayectoria profesional, desde sus inicios en Crolls, la creación de EFO SA y su experiencias profesionales posteriores.
Eduardo Cruz: ¿Ferran o Fernando?
Ferran Yago: Las dos cosas, yo nací Fernando porque es lo que había, en aquella época no se podían poner nombres en catalán. En el año 1997 o 98, más o menos, me fui al registro civil y me cambié el nombre, me puse Ferran y desde entonces soy Ferran.
Eduardo Cruz: ¿Lugar de nacimiento?
Ferran Yago: En Barcelona
Eduardo Cruz: ¿Barcelona ciudad?
Ferran Yago: Sí, en la calle de Vic. Creo que era el número 8 o 10, no estoy muy seguro, en el barrio de Gracia, en el año 44.
Mi padre tenía una fábrica de chocolate, era hijo y nieto de fabricantes de chocolate que habían venido de Torrente, de Valencia. Vinieron a Cataluña como todos los emigrantes que venían aquí, porque la situación económica era mucho mejor. Montaron una fábrica en Cervera, y allá se instalaron mi tío, mi otro tío, y mi padre.
Después con el tiempo, por lo visto la cosa no les funcionó muy bien y se acabaron separando, mi padre se vino a Barcelona y se casó aquí. Bueno... vino la guerra, terminó la guerra, y después se casó con mi madre, que era de Gracia. La conoció en Gracia, y siempre vivimos en Gracia hasta que yo tuve unos 3 o 4 años, que fue cuando nos cambiamos.
La fábrica que tenía en Gracia, Chocolates GREFER, nombre tomado de mi tío Gregorio y mi padre Fernando, hizo mucho dinero con un producto llamado Mezcolate. En esa época había escasez de cacao y azúcar, y mi padre inventó este producto que tuvo mucho éxito porque se parecía al chocolate sin tener ni cacao ni azúcar.
Con eso hizo mucho dinero y compró terreno en Hostafrancs, donde se hizo una casa, en la Avenida de Roma, y allá es donde prácticamente viví toda mi juventud. Yo estaba destinado a ser chocolatero, mi padre se empeñó en enseñarme toda la tecnología de la fábrica, todo el proceso de fabricación. Estuve trabajando muchos años en vacaciones en la fábrica de chocolate, pero a mí eso no me gustaba.
Aquello yo vi que tenía dos inconvenientes, el primero, que era muy sucio y eso me fastidiaba mucho, y el segundo, que me daba que pronto todo aquello quedaría atrasado. Era una fabricación con bastante maquinaría pero muy artesana, demasiado artesana.
Entonces, pues claro, él tenía que fabricar miles de tabletas de chocolate cada día para que fuera rentable el negocio, y eso, hecho artesanalmente, pues era un montón de trabajo, y un montón de gente.
Yo me decía a mí mismo que tenían que existir máquinas para hacer todo aquello, que no podía ser así de laborioso. De hecho, alguna vez llegué a ver en revistas a Carle & Montanari y otros fabricantes italianos que fabricaban maquinaria para la Nestlé, y para otras empresas así. ¡Y decía, ves! ¡Esto es una fábrica y no lo que tenemos aquí! Pero eso vale mucho dinero y aquí no hay suficiente para pagar esto, así que esto no va a ser el futuro.
En el 73 aprovechamos para crear una empresa nueva en la calle Maria Barrientos donde la Crolls ya tenía unos locales de asistencia técnica. Esa nueva empresa del grupo se llamó Electrónica Funcional Operativa Sociedad Anónima, EFOSA.
Eduardo Cruz: ¿En qué momento entra en contacto con la electrónica?
Ferran Yago: Con 14 años, más o menos, conseguí que mi madre me pagara el curso de la escuela de Radio Maymó, y me apunté a ese curso que teóricamente se hacía en dos o tres años. El tema me interesaba tanto que yo lo hice en unos 4 o 5 meses, me tragaba las secciones que eran de un mes, una cada semana. Los exámenes siempre los saqué al 100% de éxito, nunca tuve una respuesta equivocada. Aún tengo por ahí el examen final y el título que me dieron de la escuela Radio Maymó. Y bueno, así empecé con la electrónica.
Después de esto, más o menos a los 16 años, acabé el bachillerato y me metí en la universidad, en la escuela de ingenieros, mientras que en las vacaciones de verano me puse a reparar radios y televisores para sacarme un dinero.
Inicialmente, me contrataron en Radio Bertran. Donde fabricaban los televisores de Elbe. Allá en la fábrica me enseñaron como se hacían y cómo funcionaban, pero no me pagaban mucho, y aparte de eso tenía también que me faltaba tiempo para estudiar, así que tuve que dejarlo.
Yo había estudiado teoría de la televisión en Radio Maymó, aunque en Radio Maymó se enseñaba principalmente radio, de televisión había unas secciones teóricas pero nada práctico. Claro, en Bertran, pues allá lo toqué, y como además me mandaron al laboratorio para el tema de reparaciones, pues allí me lo empollé a fondo.
Entonces, por circunstancias de la casualidad, encontré un taller de reparación de televisores que estaba en la calle Balmes, que lo llevaba un tal Enrique Cervera, padre de Carmen Cervera, hoy en día conocida como la Baronesa Thyssen.
Allá seguí reparando televisores de todas las marcas... televisores americanos, televisores Zenith, y televisores... No sé... de marcas extranjeras que principalmente había que convertir de frecuencia porque estaban preparados para las 525 líneas y no para las 625.
Ya siguiendo con la carrera, por las mañanas iba a clase y por las tardes estuve en varias fábricas más. Estuve en la Emerson, en la Iberia, en Telefunken, y en alguna otra más en sus servicios técnicos, hasta que finalmente me tocó ir a la mili.
Primero me apunté a milicias, pero después decidí que mejor no, me apunté a la mili normal porque en milicias perdía los veranos.
Eduardo Cruz: ¿Cuál es la diferencia?
Ferran Yago: En las milicias tenía que estar tres meses de verano lejos en un campamento en Talarn, Lérida, mientras que en la mili normal era un año y medio en un cuartel, y allá te podías buscar la vida, como así sucedió.
Entonces, mientras estaba haciendo la mili, como tenía conocimientos electrónicos, me destinaron al taller de radio del cuartel, el cuartel de ingenieros 42 de Urgell en la Gran Vía, hoy en día no existe, en su lugar hay pisos. Y allá, pues, resulta que tenían un montón de transmisores que les habían donado los americanos, de los viejos de la segunda guerra mundial, y que ya no funcionaban.
El capitán del taller de radio estaba muy preocupado porque al hombre se le acercaba una fecha límite donde tenía que estar todo aquello reparado. Entonces, el capitán de mi compañía me propuso si yo quería ir al taller de radio a echar una mano por allá, y le dije que encantado. Y así fue, me fui directo al taller de radio donde pasé un par de semanas trabajando prácticamente día y noche.
Me zampé todas las emisoras, las reparé todas, quedaron todas funcionando, y cuando estaba ya todo funcionando, a partir de ese momento el cuartel para mí se convirtió en casi ir a pasar la mañana un rato. Gracias a eso me libré del servicio como tal, de las guardias, además de conseguir las tardes libres y de poder ir a dormir a casa.
Por las tardes estudiaba en la escuela de ingenieros, y con el tiempo que me quedaba al salir de la escuela acabé trabajando para un taller de reparación de televisores que se llamaba Tecnoradio, creo recordar, de un tal Leandro Castells, en la calle Gerona.
Este hombre también montó una escuela de Radiotelevisión en la calle Numancia... no me acuerdo del número exactamente.
Leandro me propuso que hiciera de profesor de la parte teórica, él se encargaría de hacer de profesor de la parte práctica, y allí estuve más o menos un año hasta acabar la mili y la carrera en la escuela de ingenieros.
Eduardo Cruz: ¿La escuela de ingenieros sería un símil a la universidad?
Ferran Yago: Sí, allí estudié para ingeniero industrial. La electrónica la aprobé con muy buena nota, las demás asignaturas justito. La electrónica que me enseñaron no me valió para nada, porque era una electrónica de época, todo era con válvulas. El transistor apenas era una cosa teórica, la cual solamente estaba en los libros, no habías visto uno, yo sí los conocía, pero la mayor parte de la gente no.
Eduardo Cruz: ¿De qué año estamos hablando?
Ferran Yago: Pues de los años 64 hasta el 67, más o menos.
Eduardo Cruz: ¿Y por aquel entonces era difícil ver transistores?
Ferran Yago: Sí, había alguna cosa, pero lo máximo que había en transistores eran los aparatos de radio receptores con transistores, que por eso se le llamaba transistor. La gente decía el transistor, que tomaban por metonimia todo por la parte, y llamaban transistor a un receptor de radio. Pero bueno... por aquel entonces aquí toda la electrónica se hacía con válvulas.
Los comienzos de EFO estuvieron relacionados con todo tipo de electrónica: desde componentes para electrodomésticos hasta electrónica para automóviles. Uno de ellos fue el diseño del encendido electrónico para automóviles llamado Integrador Estrella Azul, para la marca de coches Renault.
Eduardo Cruz: ¿Cómo llega a su etapa en la empresa EFO?
Ferran Yago: Durante mi etapa de profesor en la escuela Radiotelevisión, un par de alumnos un día me propusieron si podía ir a hablar con el gerente de la empresa para la que trabajaban, la empresa resultó ser la Crolls de electrodomésticos, fabricante de lavadoras, secadoras y maquinaria de ese tipo.
El gerente, Luis Sabadell Roger, me propuso si quería montar un departamento de electrónica en la empresa. Él sabía que todo lo que estaban haciendo en Crolls algún día sería controlado por la electrónica, era un hombre con unas visiones de futuro enormes y quería empezar ya en ese tema, yo le dije que sí, qué encantado.
Y es entonces cuando entré en la Crolls, en el año 67. Allí estuve durante seis años hasta el 73, y entre medias me casé en el año 70.
En el 73, como el departamento de electrónica había crecido mucho y, por otra parte, la empresa debía mudarse a causa de la ampliación de la Avenida Diagonal, aquel edificio iban a derribarlo, pues aprovechamos para crear una empresa nueva en la calle Maria Barrientos donde la Crolls ya tenía unos locales de asistencia técnica. Esa nueva empresa del grupo se llamó Electrónica Funcional Operativa Sociedad Anónima, EFOSA.
Allá seguimos con lo que veníamos haciendo, hacíamos electrónica para automóvil, electrónica para televisores, equipos de transmisión de radio para radioaficionados, equipos de control de presencia para personal, y que sé yo... un montón de cosas más. Cada vez que salía una novedad nos pedían trabajar aquello.
En EFO tuve otra especie de suerte para seguir formándome en las últimas novedades, y es que paralelamente en aquellos años se crearon aquí en España dos o tres compañías que se dedicaban a importar componentes de electrónica, entre ellas ATAIO Ingenieros es la que recuerdo quizás con más cariño.
Estas compañías para poder vender componentes daban toda facilidad de información, me invitaron a asistir a muchos cursos en Estados Unidos, en Italia y demás. Allí se formaba a los ingenieros de un sitio y de otro, y claro, pues así obtuve mucho conocimiento para hacer todo lo que vino después.
Yago presentó un prototipo de pinball electrónico en Estados Unidos en 1975. Esto permitió desarrollar los primeros pinballs electrónicos comercializados por Playmatic a finales de los 70, basados en los procesadores RCA CDP1802 (COSMAC), con tecnología CMOS. El primero de ellos fue Space Gambler, que también se vendió en Estados Unidos, la cuna del pinball.
Eduardo Cruz: ¿Quién fundó EFO exactamente?
Ferran Yago: EFO se fundó en el 73 por Jose Maria Roger, uno de los socios de Crolls, y también socio de la empresa que se llamaba IAESA (Industrias Auxiliares Electrodomésticas Sociedad Anónima), filial de Crolls donde yo estaba trabajando y donde monté el laboratorio de electrónica. Los Roger, que todos eran familia, dos hermanos y un primo, son los que tenían la Crolls de Reus y la IAESA de Barcelona. Después de la fundación de EFO yo ya me desentendí por completo del tema de los electrodomésticos.
Tiempo más tarde con EFO ya funcionando y haciendo distintos productos, allá por el año 75, más o menos, una de las personas que contraté fue un chico que venía de trabajar en Playmatic. El me contó todo lo que hacían en Playmatic, me contó que hacían pinballs y demás.
Hablé con el consejo de administación de Playmatic. Les expuse la idea que yo tenía de hacer el pinball con electrónica. Me contaron que ellos sabían que alguien lo había intentado, pero que había sido un desastre. Me puse a trabajar, y por la historia que me contaron yo ya sabía que no podía utilizar tecnología TTL, así que utilicé CMOS.
Me explicó los problemas que tenían, ya que aquello estaba todo lleno de mecanismos electromecánicos, de rotadores, de motores, de relés, de contactos, y que todo aquello fallaba continuamente, necesitando siempre de un servicio técnico permanentemente las 24 horas para atender las máquinas, todo muy complicado.
Yo dije, oye, pero esto es absurdo, esto se puede hacer con lógica electrónica y más sencillo que todo eso.
Esto me llevó a hablar con el consejo de administración de Playmatic, y allá les expuse la idea que yo tenía de hacer el pinball con electrónica. El hablar con Playmatic lo hice yo un poco por mi cuenta al margen de EFO, aunque teóricamente yo tenía que venir en nombre de la empresa, pero bueno... así fue.
Allá me contaron que ellos sabían que alguien lo había intentado, creo que en Madrid, pero que había sido un desastre. A la que empezaban a saltar chispas por todos los lados, los circuitos TTL que se utilizaban perdían la señal y empezaba aquello a fallar por todas partes, o sea que lo habían abandonado.
Yo les dije, "Bueno, si yo lo resuelvo os lo vais a mirar?", a lo que ellos me respondieron: "Si hombre, si eras capaz, si." Total... que me puse a trabajar, y por la historia que me contaron yo ya sabía que no podía utilizar tecnología TTL, así que utilicé CMOS.
En tecnología CMOS todos los controles de salida son push-pull, al revés de un TTL que solamente tiene transistores hacia abajo, la inmunidad al ruido era muy superior. Y además, en particular el CMOS que yo utilicé, principalmente la familia de productos del microprocesador 1802, estos me permitían trabajar a 10 voltios. Trabajando a 10 voltios, el nivel de inmunidad al ruido era de casi 5 voltios, con lo cual era imposible que por ruido exterior fallara el diseño.
Y así, efectivamente, la primera placa para pinball la diseñé con CMOS a 10 voltios, toda la circuitería podía trabajar hasta 15 voltios tranquilamente, o sea que la idea era trabajar a tensión alta.
Y bueno, desarrollé la primera máquina con papel y un lápiz, no tenía otra cosa, y un par de colaboradores que me ayudaban. Para grabar las memorias, las grabamos bit a bit, nos hicimos un trasto con un conmutador y un botoncito, un 1, un 0, un 1, un 0, venga... y otra palabra... y así sucesivamente. ¡Una aventura!
Eso fue en el 74 o 75 más o menos. El pinball en cuestión, que era un modelo de serie en aquel momento mecánico, lo devolví a Playmatic 100% electrónico y funcionando perfectamente, con lo que los de Playmatic me propusieron contratarme ellos para la empresa y montar un departamento de electrónica como es debido.
En EFO, al conocer esto me dijeron: "Hombre... No te vayas, te buscamos una solución, te arreglamos el sueldo..." Y yo le dije que no, que eso no, que si quería que me quedara yo quería participación en la empresa.
Y así es como acordamos partir EFO al 33% con su fundador, que es el que tenía los contactos con la gente y era hasta entonces el único propietario, un socio más para el tema de dirección de la empresa, y yo para el tema de laboratorio. Y así fue como comenzó mi segunda etapa en EFO ya como socio, estuvimos funcionando hasta el 86 que cerramos por falta de recursos financieros.
El video se comió el pinball, la máquina tragaperras se comió el video, y Rosón se comió la máquina tragaperras.
Eduardo Cruz: ¿Por aquel entonces hubo una ley que fastidió el negocio del recreativo verdad?
Ferran Yago: Sí, la del 82, la ley Rosón creo que era.
Eduardo Cruz: ¿El "rosonazo" creo que lo llamaban coloquialmente?
Ferran Yago: Sí, porque Rosón, que era el ministro del interior, viendo que ya no se ponían bares para vender bebidas, y casi que solo se ponían bares para poder poner máquinas. Entonces decretó que había un máximo de máquinas por bar y cosas así, y claro, fue un cambio por completo.
Nosotros llegamos a fabricar más de 400 máquinas tragaperras diarias, pinballs unos 100... 120 al día, videos fabricábamos alrededor de unos 200 al día.
Pero claro, el video se comió el pinball, la máquina tragaperras se comió el video, y Rosón se comió la máquina tragaperras.
Después del pinball electrónico, Playmatic lanzó sus primeras máquinas de bingo en 1979, con electrónica desarrollada por EFO SA.
Eduardo Cruz: ¿Qué es lo siguiente que hicieron en EFO después de entrar al pinball?
Ferran Yago: Fabricar la máquina de bingo electrónica, porque si se hacía por el método tradicional de relés, bobinas y cosas de estas, pues en fin, aquello era un desastre. En Playmatic nos propusieron también hacerla electrónicamente.
En aquella máquina por las circunstancias tuve que utilizar dos procesadores. Dos circuitos de proceso, uno que estaba en la placa base que es el que controlaba todos los contactos y todas las bolas y demás, y otro que estaba arriba y que controlaba todos los displays y todas las luces.
Los dos microprocesadores se interconectaban por una línea paralela, con un código de transmisión que yo desarrollé.
Eduardo Cruz: ¿Un entorno multiprocesador?
Ferran Yago: Correcto.
De esas máquinas se fabricaron unos cuantos miles, se vendieron muy bien, y se ganó muchísimo dinero. Los fabricantes de Madrid no tenían una solución, y entonces EFO aparte de vender las placas a Playmatic, también las vendió a Petaco, a Sega, y a otros más.
O sea que prácticamente todas las máquinas de bingo que se hicieron aquel año en España llevaban las placas que yo había diseñado.
Eduardo Cruz: Entonces, en EFO hicieron electrónica para pinballs, electrónica para bingos, y después videojuegos. En ese orden?
Ferran Yago: Si, en ese orden. Y posteriormente ordenadores, y después otra vez videos.
Llegamos a fabricar ordenadores en el año 80 bajo la marca Cedar. El PC de IBM no existía y nos propusimos hacer un modelo de ordenador que sirviera para las pequeñas oficinas, para las tiendas, para los puntos de venta y demás. Todo iba muy bien hasta que dos años después IBM sacó el PC y nos fastidió.
Eduardo Cruz: ¿Este diseño del ordenador Cedar es el que después se utilizó en Magnet, el sistema para videojuegos, correcto?
Ferran Yago: Sí, claro. Como en Cedar habíamos fabricado ordenadores, teníamos mucha experiencia en el tema del trabajo en gráficos. Aparte del hardware, también trabajamos en alto nivel programando en Pascal.
Cuando no pudimos competir con IBM, entonces trasladamos toda esa tecnología del Cedar a fabricar el Magnet.
El Magnet era una placa multijuego, llevaba un disquete y en el disquete se metía el juego. El cliente compraba la máquina Magnet, y después compraba los discos por separado. Algo que más tarde sacaron Atari, Sega, Konami, y otros.
Eduardo Cruz: Magnet tiene un sistema de protección que nos hizo en su momento rascarnos la cabeza. ¿Creo recordar que uno de los trucos que emplearon para que estos disquetes no fueran copiables fue cambiar la frecuencia a la que giraban?
Ferran Yago: No, el disco giraba a su velocidad. Lo que cambiaba era la frecuencia de clock, la frecuencia de reloj con que se graba el disco.
El disco graba impulsos unos y ceros, o sea binario, y eso es información en serie que tiene una frecuencia de reloj determinada. Claro, nosotros en vez de utilizar la frecuencia de reloj estándar, utilizamos una frecuencia de reloj distinta, con lo cual el disco era ilegible excepto para alguien que supiera esto. Todas las máquinas Magnet llevaban la frecuencia cambiada, incluso teníamos nuestros propios copiadores de discos para hacer la producción que también trabajaban lógicamente con la frecuencia cambiada.
En realidad no se hizo con esa mala idea, se hizo para apretar más la información y poder sacar más capacidad. Aquellos disquetes creo que daban una capacidad de 800 kbs o algo así, no me acuerdo exactamente ahora, hablo de memoria. Nosotros le sacábamos como un 20% más gracias a trabajar a una frecuencia de reloj más alta que nos permitía comprimir más los pulsos y grabar más información.
Esto se podía hacer porque nosotros conocíamos muy bien el hardware. Todos los componentes que montábamos los estudiamos paso a paso, exactamente qué hacían, cómo funcionaban, y cómo estaban hechos. Incluso pedíamos al fabricante, si era posible, el circuito interior de cómo estaba hecho el esquema del componente, en fin, toda esa información.
Eso nos permitía manipular un circuito integrado de formas que quizás otros que lo usaban en el modo estándar no podían hacerlo.
Todo el equipo humano que formé en aquel momento teníamos ansiedad por aprender, por meternos en algo nuevo, por descubrir cómo funcionaban las cosas, ver qué más se podía hacer y de qué manera. Teníamos inquietud.
Podíamos pasar horas, a veces noches enteras, que no se pagaban. Era la pasión por descubrir cómo utilizar aquello y cómo sacarle el máximo rendimiento. Una obsesión era conseguir el mínimo coste y a la vez el hardware más sencillo. Yo siempre decía, el único componente que nunca se estropea es el que no se monta. Todos los demás se pueden estropear, pero un componente que no se monta no se estropea, o sea que a usar el mínimo de componentes.
Los demás para hacer placas seguían otra filosofía, como por ejemplo las de los pinballs Petaco, que aquello eran un montón de placas y cosas. En cambio, la nuestra eran cuatro placas chiquitinas que además estaban conectadas a un bus, de forma que se podían cambiar una por una para reparaciones facilísimas.
En el Magnet pasaba igual, el Magnet estaba hecho también en 4 o 5 placas que reparten las tareas que hay que hacer, pero en caso de reparación se cambiaba una tarjeta por otra y ya estaba. La idea actual del usar y tirar.
Todo podría estar integrado en una sola placa, pero claro, integrando en una sola tendías a repararlas porque si no era mucha pérdida. Si tienes cuatro o cinco plaquitas, pues eso ya no vale mucho, cambias lo necesario y ya está.
Destroyer fue el primer videojuego comercial diseñado íntegramente en España. Juego contemporáneo de arcades como Galaxian, Astro Fighter y Phoenix, Yago creó una placa para máquinas videojuegos siguiendo con la familia de procesadores de RCA, utilizada en los primeros pinballs electrónicos de Playmatic. Destroyer se lanzó a finales de 1980 con la marca comercial de Cidelsa.
Eduardo Cruz: ¿Este es el concepto del por qué la placa del videojuego Destroyer es modular?
Ferran Yago: Claro, facilitar la reparación, sobre todo para el servicio técnico. Por aquel entonces los técnicos conocían la electricidad, los contactos, los relés y esas cosas. A la electrónica la solían mirar con repulsión, no sabían como iba y tenían miedo de meterse.
Eduardo Cruz: ¿En qué momento entra EFO en contacto con los videojuegos y cómo se materializa Destroyer?
Ferran Yago: Esto fue en el 77, 78 por ahí. Acabábamos con el tema de los bingos para comenzar a desarrollar la tragaperras electrónica.
Las máquinas tragaperras me parecían una mierda como reto y no lo quería hacer yo, prefería meterme en alguna cosa más atractiva. Entonces dejé a otra persona del equipo a cargo del tema de las tragaperras, de las que se hacían 400 diarias.
La primera conversación sobre videojuegos vino a raíz de uno de mis socios tras regresar de un bar en la calle Carlos III donde había ido a comer. Allí vieron una máquina de video con una pelotita que iba de lado a lado haciendo ping-pong, ping-pong.
Todo el mundo se dedicó a copiar las placas Space Invaders. Pero yo dije no, hacer copias de Space Invaders tampoco era el camino. Aparte de eso, la placa del Space Invaders era una placa grande con un montón de componentes TTL. Y claro, dije por ahí no vamos bien, yo voy a hacer una placa de video lo más pequeña posible, lo más reducida posible, y que además permita no solamente hacer un juego, sino hacer todos los que hagan falta porque la placa sea programable cambiando las memorias.
Eduardo Cruz: ¿Podría ser el Pong?
Ferran Yago: Sí, el pong, el tenis. Ellos me dijeron, "Esto es un buen asunto, podríamos hacerlo..." A lo que yo les contesté, esto lo podemos hacer, pero si hacemos esto exactamente no haremos nada porque lo va a copiar todo el mundo. Lo que hemos de hacer es que si la cosa va por aquí, nosotros hacemos el paso siguiente.
Y efectivamente, unos meses después aparecieron las placas originales de la Space Invaders que dejaron al tenis obsoleto.
Y claro, todo el mundo se dedicó a copiar las placas Space Invaders. Había millones de copias y millones de copistas. Pero yo dije no, hacer copias de Space Invaders tampoco era el camino, si eso todo el mundo lo puede copiar, pues vamos mal. Aparte de eso, la placa del Space Invaders era una placa grande con un montón de componentes TTL, aquello necesitabas un ventilador encima porque si no se calentaba que no veas.
Y claro, dije por ahí no vamos bien, yo voy a hacer una placa de video lo más pequeña posible, lo más reducida posible, y que además permita no solamente hacer un juego, sino hacer todos los que hagan falta porque la placa sea programable cambiando las memorias.
Como conocía bien el microprocesador 1802, me puse en contacto con ATAIO Ingenieros que era el distribuidor de RCA aquí. ¿Les dije, a ver, el 1802 este no tenía algo más? ¿No tenía algo de video para monitores? Ellos me contestaron que sí, que junto al microprocesador tenían unos periféricos generadores de video, pero que no los utiliza nadie, solamente la NASA y poco más.
Ellos me preguntaron qué cantidades serían, a lo que yo les dije que quizás unos miles cada mes. En RCA dijeron que adelante, y me los encapsularon en plástico en vez de cerámico que era más económico.
Estos componentes del grupo de video estaban pensados para hacer monitores con información en texto, y no estaban pensados para imágenes en movimiento ni nada de esto, Yo me dije, a ver como me las arreglo con esto para hacer un videojuego, y así a base de darle a la máquina de pensar, pues salió el Destroyer.
Eduardo Cruz: ¿Eran conscientes de que estaban diseñando el primer videojuego hecho en España?
Ferran Yago: No, yo no sabía nada de eso. En realidad sabía que habían muchos copiones de la Space Invaders, pero que alguien desarrollase juegos originales no lo sabía, ni lo sabía ni me interesaba.
En aquella época estábamos muy metidos en lo nuestro, como la parte comercial la llevaba Playmatic, pues de alguna forma la conexión con el mundo exterior no me interesaba. Playmatic por la cuenta que le traía quería afianzar su posición y teníamos un acuerdo donde nosotros le vendíamos todo a Playmatic, y Playmatic nos compraba todo lo que nosotros fabricábamos.
Pero claro, en ese acuerdo había el recelo típico, que estos no sepan dónde lo vendo pues no sea que vayan a vender directamente, y nosotros, que estos no sepan donde lo compro para que no vayan a comprar directamente. Y estas cosas así, lo normal.
Nosotros compramos acciones de Playmatic y en la junta de accionistas ya se veía este ambiente, se reunían primero ellos y luego íbamos nosotros. Como había dinero para todo el mundo, y todo el mundo estaba contento, pues no había que preocuparse, aquello funcionaba bien.
Los socios de la asociación A.R.C.A.D.E. se embarcaron en la búsqueda para recuperar una máquina del primer videojuego diseñado en España. En 2018 cumplieron su objetivo y actualmente Destroyer forma parte de la colección de máquinas clásicas disponible en el local de la asociación.
Eduardo Cruz: ¿Cuál fue el proceso para diseñar Destroyer más allá del hardware?
Ferran Yago: Yo cuando vi la Space Invaders vi por donde iba la cosa, y ya después salió la Galaxian. Y bueno, pensé que si la cosa va por marcianitos y naves que vuelan, pues iría en esa línea. Pero claro, yo tenía una limitación que era el hardware, los otros fabricantes podían hacer el hardware a medida para hacer lo que necesitaban. Yo aquí solamente tenía 8 colores y unas dimensiones de mosaico determinadas, creo que eran 8x8, el sistema de video estaba pensado para caracteres gráficos alfanuméricos, no para hacer dibujos.
Hice muchas pruebas con la gente que estaba allí conmigo en la empresa, los montadores y demás. Les invitaba a jugar con la máquina y así podía ver si estaba bien o estaba mal, si era aburrido, si les pillaban enseguida, etc. Y con los comentarios escuchando a la gente, pues iba corrigiendo, aumentando la velocidad, aumentando la estrategia, corrigiendo los movimientos, y cosas así.
Con los comentarios que escuchaba iba buscándoles la contra para que no me descubrieran, para que no fueran capaces de adelantarse a como iba a funcionar el juego, y así se definió la estrategia. Gracias a la estrategia el juego tuvo gancho, los gráficos eran malísimos porque era lo que el hardware permitía, pero bueno, los demás tampoco eran ninguna maravilla.
Con los sonidos pasaba igual, el generador de sonidos que integra el circuito era muy simple porque estaba pensado para un monitor. Pero en fin, me hice unas librerías que podían generar las notas musicales que necesitaba.
Eduardo Cruz: ¿En cuánto tiempo se hizo el juego Destroyer?
Ferran Yago: Un año más o menos para desarrollarlo, quizá menos, pero sí, un año supongo. El siguiente ya no, el siguiente se hizo en seis meses, el siguiente en tres meses, y así...
Eduardo Cruz: ¿Se acuerda de cuantas unidades se llegaron a fabricar de Destroyer?
Ferran Yago: Yo calculo que unas tres o cuatro mil más o menos. Realmente es el que más se vendió, y además el que se vendió más caro. Con los siguientes ya apretaba la competencia y hubo que rebajar un poco los precios, pero bueno, se vendió bien.
Eduardo Cruz: ¿Qué costaba un juego así? Entiendo que era la máquina entera.
Ferran Yago: No lo sé, esto lo vendía Playmatic y nunca supe a qué precio vendió, y por supuesto Playmatic nunca nos lo dijo.
Eduardo Cruz: ¿A Playmatic se acuerda de a qué precio se lo vendían?
Ferran Yago: Pues no sabría decirte, me equivocaría y además era en pesetas, te diría un disparate y tendría que inventarlo.
Eduardo Cruz: ¿Hemos visto unidades de Destroyer en Portugal, se acuerda si hubo alguna distribución más allá de España?
Ferran Yago: Es muy posible, recuerdo que en aquella época venían camiones de 30 metros de Portugal a la fábrica de Playmatic, se paraban delante de la puerta a llenarlos con todo lo que tenían. Se llenaban de pinballs, videos, de todo lo que había. El tío llevaba una maleta generalmente con dólares, se hacía la cuenta in situ y ya, así funcionaba
Eduardo Cruz: ¿Venta a mercado?
Ferran Yago: Sí, y después de ese camión, otro camión, y otro camión, y otro camión, y así...
Los camiones iban por toda España y los que estaban por la zona aquella se metían por Portugal. Sé que venían de Portugal porque algún chofer que había visto hablaba portugués, el tío de español no sabía nada, y de catalán tampoco, claro.
En aquella época todo iba con maletines, por eso tampoco conozco precios, la cosa funcionaba así.
Eduardo Cruz: ¿EFO que tamaño de empresa llegó a tener?
Ferran Yago: En EFO empezamos mis dos socios y yo como directivos. Además, teníamos a dos delineantes, yo tenía dos ayudantes, y una chica a la puerta, eso fue al principio.
Después como había que hacer montaje, pues creamos una empresa dedicada a montar las placas, que no me acuerdo como se llamaba. Aquella si, aquella tenía unas 20 o 30 personas que hacían todo el montaje. Montaje, soldadura, verificación, etc. Y después, cuando montamos Cedar, yo me marché de EFO y me puse a montar lo nuevo. Entonces en EFO se quedaron con Josep Gamell, contrataron a un par de ingenieros más, y allá siguieron haciendo otros temas.
En Cedar al principio estaba yo solo, pero como íbamos a desarrollar el tema de los ordenadores, pues me busqué un par de ayudantes para el diseño del ordenador.
Con los ordenadores nos dedicamos sobre todo al tema de aplicaciones para notarías. El socio fundador de EFO tenía mucho contacto con los notarios, e hicimos varias instalaciones en notarías. Para hacer todo el software para ese tipo de aplicación, contraté a un par de desarrolladores de software.
También se hizo una aplicación que era para abogados, donde podían consultar rápidamente las leyes en el ordenador, que hasta entonces lo hacían en papel y no había otra cosa. Entonces los ordenadores ya llevaban disco duro y en él ya cabía toda la información de todas las leyes.
Para transcribir las leyes escritas al ordenador tuve que contratar a dos o tres mecanógrafas, el OCR como tecnología salió 5 o 6 años más tarde.
Eduardo Cruz: Estaban tocando todos los palos, desde el hardware, hasta aplicaciones y bases de datos, me parece una proeza.
Ferran Yago: Todo lo que hacía falta.
Cedar Computer ofrecía una gama de tres modelos principales con distintas prestaciones: Serie 0 – CD0500, Serie 1 – CD1500 y Serie 2- CD2800, además de ampliaciones como HD (discos duros). El sistema operativo C/COM, compatible con CP/M y MP/M, tenía soporte multiusuario. Según el modelo, se podían conectar distintos números de usuarios a través de terminales.
Eduardo Cruz: ¿Cuántos ordenadores Cedar se llegaron a vender?
Ferran Yago: No muchos, quizá pongamos que unos 200 o 300, una cosa así.
Eduardo Cruz: Esto quizás explica el porqué no hemos encontrado ninguno hasta la fecha, el ordenador Cedar a día de hoy está sin preservar. Creo que el único documento que tenemos es un catálogo aportado por uno de sus antiguos empleados, Eusebio.
Ferran Yago: ¡Ah Eusebio! Trabajamos juntos con los ordenadores. Eusebio también más tarde se dedicó a los Magnets.
Eduardo Cruz: De verdad que una de las cosas que me fastidia mucho es que hasta la fecha no hayamos conseguido encontrar un ordenador Cedar, es una lástima.
Ferran Yago: Pues yo tampoco tengo ninguno. Tuve uno en el 91 hasta cuando se acabó lo de... ahora no me sale el nombre...
Eduardo Cruz: ¿Magnet? ¿NIX?
Ferran Yago: Sí, NIX. Pero NIX era la marca con la que se salió para la venta en el extranjero. En realidad todo lo que se fabricaba y montaba era desde IDEAS Y DESARROLLOS ELECTRÓNICOS, aquí en Terrassa. Después las placas se las llevaba NIX que estaba en Suiza, y desde ahí las distribuían por Europa.
Volviendo al Cedar... había un prototipo, el último modelo más avanzado que ya funcionaba con la CPU 386. Con este prototipo estuvimos cerca de lanzar la nueva serie de ordenadores, pero en ese momento es cuando vino el crack.
Eduardo Cruz: ¿Se refiere al crack del grupo de empresas de EFO?
Ferran Yago: Sí, en el 86. El prototipo ese me lo quedé, y lo tuve conmigo desde el 86 hasta el 91 más o menos. Acabé llevándolo a IDEAS Y DESARROLLOS ELECTRÓNICOS, ya que necesitábamos en aquel momento tener un server para conectar todas las máquinas y lo utilizamos para ello. Al ya quedarse allí permanentemente se lo vendí a la empresa.
Eduardo Cruz: ¿O sea que ese ordenador podría seguir allí en NIX?
Ferran Yago: Si, pero que yo sepa NIX era la Suiza, aquí era IDEAS Y DESARROLLOS ELECTRÓNICOS SL.
Eduardo Cruz: Interesante, a ver si algún día damos con un Cedar. Siempre que tengo ocasión se lo recuerdo a toda la gente que puedo, tenemos que encontrar uno.
Entonces en EFO, entiendo que había varias empresas. Estamos hablando del partnership con Playmatic, que es la empresa Cidelsa. Pero también de una empresa donde se montaba y se generaba el hardware...
Ferran Yago: Pues no me acuerdo como se llamaba... SAINEL! ¡Ahora me ha salido! Sociedad Anónima de Industria Electrónica.
Eduardo Cruz: Y también estaba la empresa Cedar Computer. ¿El nombre viene de algo en particular?
Ferran Yago: ¿Cedar? Sí, para la empresa alquilamos un local en la calle Escuelas Pías, unos bajos donde había un restaurante, y lo reformamos. Al lado de este local había un cedro muy alto, un cedro que era más alto que la casa que era de cinco pisos. Y claro, pues con el cedro al lado nos dio por ponerle cedro a la empresa, Cedar Computer.
El cedro ya no está, donde el cedro había también un colegio de monjas, en la actualidad son pisos.
Eduardo Cruz: Una buena historia. ¿Existió alguna empresa más en el grupo?
Ferran Yago: Bueno, en la época de Playmatic teníamos dos más que estaban en Puebla, en México. Estas se dedicaron a montar pinballs servidos en aquel país.
Aquello fue un pequeño desastre, porque en aquella época, y ahora también, todo el mundo iba con pistola en el bolsillo. Y se ve que hubo una pelea con el director de fábrica que era Español, uno de los chicos que había salido de Playmatic.
La pelea fue porque quiso entregar las máquinas a un cliente que estaba primero y el que estaba detrás se enfadó y le pegó dos tiros. Y bueno, cuando vimos este plan ya se decidió cerrar la fábrica y así se acabó Playmatic México.
Eduardo Cruz: ¿En qué año fue esto más o menos?
Ferran Yago: Esto sería sobre el 78 o 79 por ahí.
La época de Playmatic se concentra prácticamente entre el 75 y el 80. Y del 80 al 85 la época de Cedar. Y del 85, pues ya... es cuando quisimos entonces hacer un Magnet superior para que pudiera emular juegos de Sega. Necesitábamos recursos económicos para desarrollar circuitos integrados custom, pero no hubo salida y hubo que cerrar por falta de financiación.
Magnet System fue un sistema hardware para máquinas recreativas arcade con juegos intercambiables a través de diskettes. El hardware partía de la misma arquitectura de los ordenadores Cedar. Se diseñaron videojuegos exclusivamente para este sistema, además de adaptar juegos extranjeros.
Eduardo Cruz: ¿Cómo vivió el final de EFO?
Ferran Yago: Cuando se acabó EFO, en el 86, más o menos, acabé muy cabreado porque me sentí engañado y estafado por mis socios. Me hicieron firmar unos préstamos que al final resulta que no devolvieron. Cuando explotó, pues vino el banco y me dijo: "Oiga Yago, debe aquí 45 millones de pesetas, ud tiene aquí una firma."
Del cabreo aquel, pues ya no quise saber de EFO y lo borré todo por completo, si alguien me hablaba del tema ya nunca quise saber nada más.
Eduardo Cruz: Yo recuerdo que por aquel entonces mis padres compraron un piso en la meridiana por 3 millones y medio de pesetas. ¿Me imagino que 45 millones era muchísimo dinero para la época?
Ferran Yago: Pues sí... virguerías económicas. Realmente supongo que las ventas no iban por el nivel que me explicaban mis socios.
Al principio sí, al principio se vendía todo, pero ya después del decreto Rosón, cuando empezaron a fallar las tragaperras... Claro, 400 máquinas diarias son muchas máquinas, y pasar de 400 a 0 en un día, pues...
Eduardo Cruz: Sabemos de otra gente de la época con la que hemos charlado que incluso tuvieron que salir del país, aquello fue una bancarrota inmediata, de la noche a la mañana.
Ferran Yago: Claro, se pedía dinero a los bancos para comprar los materiales y de repente, pues no se vende nada. Y todo lo que tienes en stock para fabricar 400 máquinas diarias, quiere decir que había que tener varios miles de máquinas en el almacén entre materiales y etc. No podías tener un corte de suministro, en fin...
Eduardo Cruz: Supongo que esta es su memoria más amarga.
Ferran Yago: Si, eso fue en la época de Playmatic. Ya después de Playmatic montamos Cedar, y, por otra parte, en EFO pusieron gente nueva y se dedicaron también a otros temas, a temas de telefonía, datáfonos, y cosas de estas así.
Pero la deuda que se arrastraba desde el tiempo de Playmatic, de la época álgida de las tragaperras, esa deuda se iba renegociando para ir cubriéndola poco a poco. Hasta que claro, de repente ya no se podía cubrir solamente con unos cuantos ordenadores que se vendían y unos cuantos datáfonos.
Un día, uno de los bancos decidió que se acabó, pidió la devolución del préstamo. Y claro, cuando el banco cesó la renovación del crédito, pues todos los demás bancos también. Hubo una reunión, vinieron todos y dijeron, "señores, se acabó, o pagan lo que deben o han de responder con sus bienes personales." Y bueno... aquello fue el final.
Yo no sabía todo esto, ni mucho menos, ni sabía que estábamos tan mal, y supongo que tampoco me lo querían decir. Cuando me vino, pues me vino de un día para el otro.
Para mí un momento de éxito fue el momento en el que pude desarrollar el primer pinball electrónico. Lo presentamos en la feria de Chicago, Playmatic tenía un distribuidor en Estados Unidos. Que dos de los mayores fabricantes presentarán máquinas electrónicas en Estados Unidos era normal, pero cuando había una tercera máquina que la hacían en Barcelona, en España, la mayor parte de la gente no tenía ni idea de dónde puñetas estaba España. Para ellos les pareció imposible que alguien del tercer mundo o de más allá, offshore, como decían ellos, pues fuera capaz de haber desarrollado eso.
Eduardo Cruz: Supongo que intentaron hasta el último momento conseguir que funcionase, es naturaleza humana. ¿Pero qué hay de lo contrario? ¿Cuáles son los mejores momentos que recuerda de toda esa experiencia?
Ferran Yago: Ha habido varios. A partir del 73, cuando estaba en la Crolls, pues tenía un buen sueldo, tenía quizás uno de los mejores sueldos de la fábrica. Hacíamos la electrónica para las lavadoras. Las lavadoras de Crolls ya llevaban un motor de corriente continua regulado electrónicamente, podía centrifugar a 1000 revoluciones, que en aquel momento era una barbaridad, la máquina no aguantaba las 1000 revoluciones, aquello se desmontaba, pero el motor las daba. ¡Después hubo que bajarla a 600 porque si no corría peligro de que alguien saliera dañado!
Hacíamos también electrónica para automóviles. La Renault nos compró muchos equipos de encendido electrónico, que en aquella época no existían. La Renault lo montó de serie en algunos modelos, en fin, quiero decir que había una venta de electrónica bastante importante. Claro, todo este bagaje se pasó a EFO para que empezara con eso y fuera haciendo más cosas.
Y siguió haciéndolas, pero claro, cuando vino el tema del pinball aquello fue como multiplicar por 100 todo lo otro que se vendía anteriormente. Para mí un momento de éxito fue eso, el momento en el que pude desarrollar el primer pinball electrónico.
Lo presentamos en la feria de Chicago, Playmatic tenía un distribuidor en Estados Unidos, y ya hacía un par de años que asistía a la feria de Chicago llevando sus máquinas electromecánicas.
Claro, ese año, el 75, Playmatic se presentó con la máquina electrónica, y en EFO nosotros también fuimos para ver qué hacían los demás. Resultó ser que aquel año fue el primer año en el que aparte de nuestra máquina electrónica, también los americanos habían desarrollado sus propias máquinas electrónicas. Uno era Bally y el otro Gottlieb, o sea los dos mayores fabricantes de pinballs americanos. Coincidimos las tres compañías en el año 75 presentando máquinas electrónicas en Chicago.
Claro, que dos de los mayores fabricantes presentarán máquinas electrónicas en Estados Unidos era normal, pero cuando había una tercera máquina que la hacían en Barcelona, en España, la mayor parte de la gente no tenía ni idea de dónde puñetas estaba España. Y cuando decías Barcelona, decían "eso está en Venezuela?". Para ellos les pareció imposible que alguien del tercer mundo o de más allá, offshore, como decían ellos, pues fuera capaz de haber desarrollado eso.
Venían allá a ver la máquina, que funcionaba muy bien, pero sobre todo por la curiosidad por ver una máquina electrónica fabricada por una gente rarísima de más allá del océano.
Es bonito estar allá viendo una feria, ver a toda la gente maravillada con lo que has hecho. Bueno, los que lo sabían sí, pero la mayor parte del público lógicamente no sabían quién lo había hecho, pensarían que detrás de eso había un laboratorio con 50 personas... que todo eso lo había hecho una persona sola, y aunque se lo contaras no se lo creerían.
El modelo de pinball que llevamos a la feria estaba relacionado con los 200 años de la independencia de EEUU, de cuando se libraron de los ingleses y los franceses, de Lincoln, vaya... De este juego existía la versión normal electromecánica, pero en Chicago se presentó la versión electrónica, contando con un par de unidades prototipo que sin duda se quedaron allí, en USA.
Existía el temor de que el público o los servicios de reparación no aceptaran la novedad, por lo que la máquina exteriormente era igual que la electromecánica. La sorpresa en la feria era que al levantar el tablero, el cajón estaba casi vacío.
La presentación de la máquina fue un éxito brutal y el modelo siguiente de Playmatic ya fue 100% electrónico, con contadores display LED y se lanzó en serie. La aceptación fue total y desapareció el fantasma del rechazo, llegando a venderse miles de máquinas pinball en Estados Unidos. Los técnicos estaban encantados porque en caso de avería se cambiaba la placa y listo. De ahí los siguientes modelos ya fueron incluso de dos y cuatro jugadores.
Eduardo Cruz: ¿En casa que pensaban de todo lo que hacía?
Ferran Yago: ¿En mi casa? ¿Mi mujer?
Eduardo Cruz: O sus padres...
Ferran Yago: Bueno, mis padres sabían que yo iba para inventor, porque ya desde pequeño hacía inventos, o sea que no tenía nada de particular, ya lo daban casi como por hecho.
Y mi mujer, pues encantada, entraba dinero a raudales.
Eduardo Cruz: ¿Sus hijos vivieron también parte de su vida envueltos en todo esto?
Ferran Yago: Sí, sobre todo Katia. Ella nació en el 81, y hasta el 86 que pasó el follón que he contado, pues claro, en casa el dinero iba por todo lo alto... el piso, los muebles, la decoración, la comida... Nadie pensaba que aquello se acabaría, bueno, pensaban que aquello seguiría creciendo, no que se acabaría de repente. Mi otro hijo, Igor, nació en el 89 y ya por aquel entonces las cosas eran de otra manera.
Eduardo Cruz: ¿Sus hijos han heredado alguno de sus talentos, por ejemplo su interés por la electrónica?
Ferran Yago: Igor el tema de software, es un genio en software, de hardware no tiene idea, pero hoy en día no hace falta saber de hardware, compras una placa china y ya está.
Katia sabe de todo, pero no en este aspecto, utiliza el ordenador a nivel de usuario, no a nivel desarrollador, Katia tiene más interés por las relaciones humanas.
Eduardo Cruz: ¿Cuál es la mejor virtud o mejor enseñanza que le ha podido transmitir a sus hijos?
Ferran Yago: Pues el hecho de que procuren que todo lo que hagan les guste, y lo que les guste lo hagan.
Nunca te pongas a hacer algo que no te va a gustar, porque vas a estar desgraciado. Y si el mayor tiempo de la vida vas a estar trabajando, si trabajas en algo que no te gusta, pues malo. Pero si haces algo que te gusta y trabajas en ello entonces tienes doble mérito, disfrutas de lo que te gusta y encima te ganas la vida. Entonces dime que te gusta y dedícate a eso.
Y ese fue quizás el mensaje que intenté inculcarles.
Eduardo Cruz: ¿Tiene hermanos o hermanas?
Ferran Yago: Sí, tengo una hermana y un hermano con los cuales prácticamente no tengo relación.
Eduardo Cruz: ¿Son más mayores o más jóvenes que usted?
Ferran Yago: Yo soy el mayor.
En los años 90 Ferran Yago continuó con el diseño de videojuegos arcade con la empresa NIX SA. De aquí surgieron los juegos Genix Family y Pirates.
Eduardo Cruz: Volviendo a su carrera profesional. ¿Qué vino después de EFO?
Ferran Yago: En el 90 conocí a JBC, Industrias JBC, fabricantes de soldadores. Un comercial me dijo que fuera por allá que necesitaban una mano, coloquialmente hablando. Les propuse "electronizar", o sea mejorar electrónicamente las estaciones de soldadura, que hasta aquel momento estaban compuestas solamente de componentes analógicos.
El dueño, Jaime Benet me dijo "aquí tienes esta estación de soldadura, si nos entregas la transformación hecha con electrónica digital y funciona, pues hablaremos."
Me la llevé, la transformé metiéndole un microprocesador dentro con un display y una serie de cosas, y se la llevé al cabo de 2 meses.
A partir de ese momento estuve todo el año con ellos digitalizando toda la gama de productos que tenían de estaciones de soldadura, hornos de soldadura y demás.
Ya en el 91 me propusieron entrar a trabajar con ellos y me ofrecieron un sueldo por las nubes, yo por aquel momento no estaba muy sobrado y me apunté. Allá se puso en marcha todo lo que había desarrollado y alguna cosa nueva más.
A finales del 91 me llamaron de NIX para hablar conmigo, vinieron a mi casa y me estuvieron explicando la idea que tenían para montar una productora de videojuegos. Básicamente, lo que querían era hacer copias, pero no copias a nivel del hardware, sino a nivel de copia completa que no fuese perseguible. Y así fue como comenzó IDEAS Y DESARROLLOS ELECTRÓNICOS en 1991 en Terrassa, la parte técnica de NIX.
Allí volví a montar videos, esta vez sí ya contaba con circuitos customs y estuvimos fabricando durante un par o tres de años, hasta que finalmente hubo un problema con la comercialización que no conozco muy bien y decidieron cerrar.
En aquella época se hicieron el Pirates y varios juegos más. Primero se hicieron copias, pero después se hicieron dos o tres juegos originales para NIX.
De la Pirates tengo un mueble aquí completo que me quedó de cuando esa época, yo aquí no voy a hacer nada con él. La última vez que lo probé hace 4 o 5 años funcionaba perfectamente, es el mueble de laboratorio con el monitor de laboratorio, la placa no, la placa es de serie. Os lo podría entregar si lo queréis.
También tengo dos o tres tragaperras de las que hice entre el 96 al 99 para Italia, aunque quizás una fue para España. Eran tragaperras de estas de bar pero de tipo mini, que van sobre una mesa. Y también las tengo aquí, tampoco sé qué hacer con ellas, o sea que si os queréis llevar todo eso os lo regalo.
Eduardo Cruz: Sería un honor.
El mundo cada vez está más pendiente de la electrónica. Recuerdo que a principios de los 70, cuando asistí por primera vez a un seminario de Texas Instruments en Rieti, Italia. Allí nos presentaron por primera vez el primer microprocesador, el TMS1000. Todavía no sabía lo que era un microprocesador, y en esa presentación nos dijeron: "Esto dentro de 30 años estará en todas las partes del mundo, en todos los componentes del mundo." ¡A lo que nosotros dijimos, "Anda! ¡Qué estás contando!". Bueno, pues ahí estamos hoy.
Eduardo Cruz: Con todo lo que ha hecho profesionalmente, ¿hay algo que le gustaría todavía poder hacer?
Ferran Yago: ¡Uy!, casi todo.
Eduardo Cruz: ¿Cuál sería un ejemplo de ello?
Ferran Yago: Ya se está haciendo, el mundo cada vez está más pendiente de la electrónica.
Recuerdo que a principios de los 70, cuando asistí por primera vez a un seminario de Texas Instruments en Rieti, Italia. Allí nos presentaron por primera vez el primer microprocesador, el TMS1000.
Yo todavía no sabía lo que era un microprocesador, y en esa presentación nos dijeron: "Esto dentro de 30 años estará en todas las partes del mundo, en todos los componentes del mundo." ¡A lo que nosotros dijimos, "Anda! ¡Qué estás contando!". Bueno, pues ahí estamos hoy.
En esa misma línea, por ejemplo, el tema de los vehículos, no creo en el coche eléctrico tal como es hoy. Sí que creo que los coches serán eléctricos pero no con una batería. Me encantaría desarrollar un sistema diferente para los coches, la batería de litio es complicada e incómoda, y a la larga no creo que vaya a funcionar.
Ha de haber otro sistema mejor, no creo que haya que generar electricidad en un sitio para después meterlo en el coche como sea y cargarlo, esto no creo que sea la solución. La solución está en generar electricidad individualmente dentro del vehículo, por ejemplo con un motor de hidrógeno.
A mí me gustaría trabajar en ello, pero eso está ya fuera de mi alcance y mis posibilidades.
Eduardo Cruz: Una curiosidad que tengo, ¿conoció alguna vez a Javier Valero? Tecfri, Gaelco etc...
Ferran Yago: Supongo que en alguna ocasión nos hemos visto.
En el 75 en Playmatic había varios socios, uno de ellos cuando supo que nosotros entrábamos en la empresa para llevar la electrónica, vendió las acciones y se marchó. Nosotros compramos sus acciones de Playmatic, el hijo de este hombre fue uno de los fundadores de Tecfri.
De alguna manera estábamos enfrentados. Ellos siguieron por una línea, sobre todo de copiar placas de video, y nosotros seguimos por la línea de desarrollar producto original.
Supongo que quizá si los viera me acordaría.
Eduardo Cruz: Un hombre muy alto, 1.90 o algo más, para su época sería altísimo. Javier Valero es un cerebro como usted, yo creo que ustedes eran almas gemelas pero en empresas diferentes, dos grandes creadores.
Cambiando de tema, recientemente vi un comentario en internet de una persona llamada Jordi Calafell que por lo visto tiene muy buen recuerdo de usted, el comentario dice así: "Tuve la suerte de trabajar con Ferran Yago en EFO (Dodge Ball y Pacmanía 3D), guardo un grato recuerdo de él, era un verdadero sabio".
Ferran Yago: Me suena el nombre, no sé si fue en EFO o fue en Cedar, me suena más que debería ser en Cedar.
En Cedar cuando se montó todo lo de Magnet se hicieron 20 o 30 juegos por lo menos. Necesitaba muchos desarrolladores y contraté a varios, Jordi Calafell me suena que podría ser uno de ellos.
Ha habido otras personas que me han localizado y me han escrito durante el tiempo, pero sinceramente a partir de lo que pasó en el 86, mi cerebro decidió borrar todo aquello.
Todo lo que tenía de documentación, de esquemas, de trabajo, de texto... lo destruí todo. Y por eso no tengo nada anterior a esa época, porque sabía que si lo mantenía en mi cerebro eso me iba a quemar más adelante y me iba a traer malestar. O sea que me dije, lo borro, no ha pasado, no existe, empiezo de cero y vuelvo a empezar. Y así lo hice...
Eduardo Cruz: Cada uno se conoce a sí mismo.
No creo en el coche eléctrico tal como es hoy. Sí que creo que los coches serán eléctricos pero no con una batería. Me encantaría desarrollar un sistema diferente para los coches, la batería de litio es complicada e incómoda, y a la larga no creo que vaya a funcionar.
Para terminar, ¿hay algo que le gustaría contar o algo que le gustaría añadir? ¿Alguna historia que sea importante o relevante?
Ferran Yago: Yo a todo esto no le doy importancia, es algo que hice y con lo que me divertí mucho. Invertí muchísimas horas, me cargué la familia por culpa de eso, también hay que decirlo. Muchas horas aquí y pocas horas allá.
Pero bueno, no tiene más importancia para mí, igual que lo que estoy haciendo en la actualidad.
Eduardo Cruz: Supongo que el dicho "ser más papista que el papa" es cierto. Nosotros tenemos una visión muy idealizada de todo esto porque hemos sido los usuarios.
Para nosotros ha significado mucho, lo vivimos a unas edades muy tempranas donde todo lo absorbes y ya forma parte de uno mismo para siempre. Estos recuerdos ya no se van a ir Ferran, se quedan ahí.
La cuestión es que usted fue el diseñador del primer videojuego que se hizo en este país, y eso quedará así, nuestra tarea es documentar ese hecho.
Personalmente, para mí es un placer poder documentar de primera mano la historia relacionada con todo lo que usted ha creado, le estoy agradecido por este tiempo.
Ferran Yago: He tenido muchas oportunidades de hacer cosas, quizá hay mucha gente que lo hubiera hecho mucho mejor que yo, estoy convencido, no me creo ningún genio.
Simplemente, he tenido la suerte que desde que hice la mili hasta el día de hoy de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Ni soy el que sabe más ni soy el que lo hace mejor, solamente he estado en el momento en el que hacía falta, las cosas tienen su momento.
Eduardo Cruz: Nuevamente, gracias Ferran.
Ferran Yago: Es un placer, encantado.
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